EL NUEVO DIARIO, BERLIN.- El instituto Ifo prevé para 2025 un crecimiento del producto interior bruto (PIB) alemán del 0,4 % en caso de que la economía de Alemania o logre superar sus desafíos estructurales o del 1,1 %, si se consiguen aplicar las políticas económicas adecuadas.
«En estos momentos todavía no está claro si la actual fase de estancamiento se trata de una debilidad temporal o de un cambio permanente y, por lo tanto, doloroso en la economía», afirma el jefe de estudios económicos del Ifo, Timo Wollmershäuser.
Las previsiones del instituto presentadas este jueves plantean esos dos posibles escenarios.
Según Wollmershäuser, la mala situación de los pedidos, a la que también ha contribuido la estricta política monetaria en Europa y en muchos mercados, está lastrando la economía alemana.
En tanto, sin embargo, ha vuelto el poder adquisitivo y la presión inflacionista seguirá disminuyendo también en Alemania, según espera el experto.
En los dos escenarios presentados, el Instituto Ifo pronostica una inflación del 2,3 % para 2025 y del 2,0 % para 2026.
«El factor decisivo será si la economía alemana, orientada a la exportación, puede volver a beneficiarse del crecimiento de otros países», afirma Wollmershäuser.
Para los dos próximos años, el Ifo prevé un crecimiento del 1,2 % en la zona euro, de más del 4 % en China y de alrededor del 2,5 % en Estados Unidos.
Sin embargo, las exportaciones alemanas de mercancías se han desvinculado cada vez más del desarrollo económico mundial y Alemania ha perdido notablemente en competitividad sobre todo en la industria y especialmente fuera de Europa, apunta el experto.
En el escenario más pesimista, esta debilidad conduce a una desindustrialización progresiva. Las empresas industriales trasladan la producción y las inversiones al extranjero.
Debido al desplazamiento estructural de la industria hacia más servicios, el crecimiento de la productividad se mantiene débil y cabe esperar un aumento temporal del desempleo.
Un ligero impulso al crecimiento vendría de una lenta recuperación del consumo privado y de la industria de la construcción.
En el escenario más optimista, una política económica más fiable contribuirá a que las empresas industriales amplíen de nuevo sus capacidades de producción y a que inviertan más y recorten menos puestos de trabajo, por ejemplo, mediante incentivos fiscales.
En este escenario, los incentivos para trabajar también mejorarían, trabajaría más gente en general y habría empleados que ampliarían su jornada laboral. Esto, a su vez, impulsaría el consumo privado y llevaría a una reducción de la tasa de ahorro.